lunes, 15 de julio de 2013

 
 
Vamos a jugar a la interpretación de sueños, digo vamos a jugar porque no me considero capacitado, ni mucho menos, para interpretar los sueños de nadie; no obstante la noche y el estado de inconsciencia con su multitud de símbolos y hechos extraños me ha atraído siempre. Por lo tanto voy a intentar darle forma a un sueño que me ha relatado una persona a quien conozco.
 
El sueño que nos ocupa dice más o menos lo siguiente:
 
 "Camino por una calle de la que solamente veo la parte izquierda, hay muchos árboles muy juntos, es de día y los árboles dan sombra, llevo un niño en los brazos; de repente el niño cae al suelo y todo ocurre entonces con rapidez, la gente se abalanza sobre el crio y le corta en pedazos, seguidamente los entierran en los huecos de los árboles y los pisan cubriéndolos de tierra".
 
Este ha sido un sueño repetido muchas veces, lo que ya le da un carácter interesante. Según tengo entendido su aparición se ha realizado durante unos cuatro años; de los 17 a los 21, edad en la que me ha sido contado, el sujeto en cuestión es una mujer.
 
No estará de más describir en unas líneas a esta mujer; se llama Elvira, de complexión robusta y firme, estatura más de 1,60 mts., manos pequeñas y llenas, dedos cónicos con uñas también pequeñas; la cabeza y la cara alargadas, pelo rojizo, fuerte, de ondas largas, boca pequeña, nariz regular recta y prismática, ojos muy grandes, destacan mucho en su cara dada la delgadez de ésta, color pardo claro, frente abombada que oculta bajo un flequillo con intención de acortar la dimensión de la cara y la disparidad de dimensiones entre su longitud y su anchura. Actualmente se ha abierto el flequillo y enseña la frente, me da la impresión de que esta maniobra es significativa, como abandono de antiguos prejuicios, de mostrarse tal como es: de aplomo algo más afianzado últimamente en que se ufana de tener ya 21 años y "se mayor de edad", voz agradable cuando habla normalmente, tendencia a ser estridente y chillona en algunas palabras y finales de frases, yo casi diría que esa manía de cambiar la voz de sopetón en una maniobra parecida a la de ocultar la frente con un flequillo, la Elvira pequeñita y asustada se protege con un bocinazo desarticulado y no agradable, a la par que dominante.
 
Manias: mostrarse muy resuelta con ademanes bruscos, casi varoniles, mostrar un aplomo que no siente (precisamente cuando llega o quiere llegar a esta actitud, significativamente hace la voz campanada y chillona). Andar haciendo el bobo y torciendo las piernas; taparse la boca con las manos, o con una de ellas al reírse, es lógico, hace unos dos años tuvo un accidente de automóvil y sufrió una herida en el labio, al reírse el labio se distendía torciéndose algo; actualmente esa deformación ha desaparecido. Cuando sonríe delante de alguien conocido no suele llevarse la mano a la boca, pero estoy seguro de que esa maniobra instintiva de ocultar un defecto la llevará a cabo delante de alguien no conocido, desde luego si es varón.
 
Tendencia a sentirse desamparada y a sufrir por la cosa más nimia; es más romántica que un cubo lleno de margaritas. Tendencia a compadecerse de si misma en grado superlativo, la pobre y pequeña Elvirita se mete en su rincón y sufre porque nadie la quiere y estoy seguro de que se acongoja y lo pasa fatal, al mismo tiempo piensa la forma de mostrarse todo lo contrario a la gente. ¡no faltaba más¡ ella es Juana de Arco montado en un brioso corcel y los problemas que la comen por todas partes los pisotea bajo los cascos del alazán. Pero los problemas por el contrario crecen ante ella y el caballo se va convirtiendo poco a poco en un perrito faldero, asustadizo y tembloroso. De nuevo renace el caballo y se salta los problemas, haciendo un esfuerzo de voluntad, pero una vez en el suelo aparece el perrito y el caballo se esfuma. Así una y otra vez.
 
Suele decirse que la cara es el espejo del alma y sobre todo los ojos. En Elvira los ojos son un espejo claro de lo que piensa o siente. Normalmente sus ojos grandes miran con temor, parecen asustadizos y cohibidos, parece que te dicen: "lo que me cuenta es verdad o se está riendo de mi"?. No obstante yo he visto esos ojos reflejar una enorme ilusión; ilusión fuerte, íntima, cambiaban la actitud de toda su persona, ya no hacia falta fingir, Elvira se mostraba entonces segura de sí misma, pletórica de un suave poder, los ojos eran espléndidos.
 
Como siempre me enrollo con otros asuntos y me he olvidado del sueño; volvamos a él. En realidad es un reflejo de su personalidad, al menos eso parece significar, sin olvidar que estamos jugando a los sueño.
 
Elvira camina por la vida (la calle) con un conflicto, un problema "en los brazos" al que trata de buscar salida o solucionar. Es de día pero a la sombra de los árboles la situación es insegura. "cae el niño al suelo", la situación se descubre ante la gente. Pero la reacción del mundo es destruir esa situación, liberarla de ella y ocultarla. Elvira quiere que la gente sea buena con su problema y que la eximan de responsabilidades, no que comprendan el problema, sino que sencillamente lo oculten sin más preguntas.
 
Me gustaría preguntar a Elvira:
 
¿Tiene algún impulso que ocultar, que no le es grato a su conciencia?
 
¿Quisiera que el mundo comprendiera ese impulso, o bien que se lo disculpara?
 
No olvidemos que estamos jugando.
 
Buenas noches y felices sueños
 
 
Estas notas que hoy garrapateo apresuradamente, tal vez me valga algún día para escribir un cuento o alguna historia emocionante.

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